San Pedro de Cervatos


Una de las mayores y más sorprendentes maravillas del románico cántabro es sin duda la Colegiata de San Pedro de Cervatos. Admirada y estudiada por miles de amantes del románico a lo largo de los años, se le ha dotado de la denominación de “catedral del románico erótico”, aunque, en mi opinión, esa es solo una de sus cualidades y es que el actual templo es una maravilla arquitectónica y artística que va más allá del calado erótico de sus canecillos.

Se situada en el extremo sur de Cantabria, en Campoo, y está muy próxima al puerto de Pozazal. Su ubicación fue sin duda elegida por constituir éste un tradicional paso natural de comunicación entre la meseta y los valles de la actual Cantabria. Utilizada ya desde época romana, con la construcción de una calzada de la que hablamos en un post anterior, que conectaba los núcleos poblacionales de Pisorica y Portus Blendium (Herrera de Pisuerga y Suances), tratándose de la principal vía de comunicación entre la meseta y la costa cantábrica.

El Monasterio fue erigido con toda probabilidad en los años finales del siglo VIII o principios del IX, en respuesta a las políticas de Alfonso I y Alfonso II de afianzar la repoblación y dotarse de una salida hacia la meseta. Cervatos constituyó pues desde su creación un lugar de paso obligado para viajeros y peregrinos.

No tenemos constancia documental de los inicios del Monasterio hasta el año 999 con el fuero otorgado por Sancho García y su mujer Urraca a San Pedro de Cervatos, quienes reconstruyen el monasterio y lo dotan tierras y bienes, convirtiéndolo además en panteón familiar. Por el Cartulario de Cervatos, que contenía dichos fueros, actualmente desaparecido, según leemos en la Enciclopedia del Románico de la FSMLR, en la copia que de él hizo Don Fernando Fernández de Andrade en 1778, sabemos el nombre y las fechas de diversos Abades desde el año 999 a finales del siglo XV. Nos informa además de bienes, tierras y heredades que Cervatos poseía. Además de estos documentos, el actual templo alberga dos inscripciones que lo sitúan, en su actual fábrica, en los años centrales del siglo XII, concretamente en 1129, según una primera inscripción, siendo consagrado en 1199, según reza la otra, situada en un sillar junto a la magnífica portada. Fueron estos siglos, el XII y el XIII, los de mayor esplendor del Monasterio, que pasó, sin que conozcamos la fecha concreta, a su actual estatus de Colegiata, comenzando su decadencia en la segunda mitad del siglo XIV.

El actual templo conserva en su totalidad la original fábrica románica con algunos añadidos. Se trata de una Iglesia con una sola nave con la cabecera canónicamente orientada al Este. Posteriormente le fue añadida una capilla al lado norte con acceso bajo la primera arcada del ábside. A mitad del muro norte encontramos otro acceso. La imponente torre, situada al Oeste se decora en sus dos últimos cuerpos con impostas labradas. Se ilumina además mediante vanos, algunos de los cuales ya se apuntan, lo que nos da cuenta de su ejecución tardía, decorados con columnas y capiteles.

El ábside es semicircular y en su cara exterior se compone de tres paños separados mediante contrafuertes que, a mitad del muro y a la altura de la línea de imposta, se convierten en columnas rematadas con capiteles ya al nivel de la cornisa.

Uno de los elementos más especiales de la Colegiata y podríamos decir que único en el románico montañés es sin duda su bellísima portada. Orientada al sur se abre en el hastial ligeramente adelantada respecto al muro y protegida por un breve techado a base de tejas. El vano se adorna por un magnífico tímpano, quizás uno de los más bellos del románico patrio, que, queda enmarcado por seis arquivoltas de medio punto que descansan sobre columnas rematadas en capiteles figurados con motivos zoomórficos, principalmente aves y felinos.. Este tímpano compuesto por tres paneles a modo de celosía se adorna con una serie de motivos vegetales a base de zarcillos y palmetas de gran belleza que dan al conjunto un toque naturalista de singular belleza. Bajo el tímpano encontramos un doble dintel decorado en la parte superior por parejas de leones afrontados de sencilla manufactura; la parte inferior repite en su decoración los motivos vegetales del tímpano.

A ambos lados de la portada encontramos ventanales a base de arcos de medio punto apeados sobre columnas rematadas con capiteles. Encontramos asimismo en los extremos de este cuerpo saliente del muro que delimita la portada, varios relieves figurados con motivos, que a pesar de estar muy desgastados, aún nos dejan entrever las escenas representadas, a saber: Adán y Eva, la Virgen con el Niño y San Miguel en el lado izquierdo; y Daniel en el foso de los leones, un sacerdote, y San Pedro con báculo en el lado derecho.

Junto a la portada encontramos las dos inscripciones a las que antes hacíamos referencia y que nos permiten datar en 1129 y 1199 las fechas de edificación del templo actual.

Para finalizar con la descripción exterior de la Colegiata no podemos pasar por alto, como comentábamos al principio, el que para algunos es el principal aliciente de Cervatos, los canecillos, en general muy bien conservados, que adornan las cornisas tanto de la nave como del presbiterio y el ábside. Es sabido por todos la profusión de decoraciones eróticas de los mismos, que va desde parejas copulando a hombres masturbándose, monos itifálicos, etcétera. Abundan además las temáticas festivas, con varios músicos, saltimbanquis, bailarinas, juglares, etcétera, así como las de personajes grotescos, algunos mitad hombre mitad animal según algunos autores en clara alusión al pecado.

Son muchas las interpretaciones que de este tipo de decoración de temática erótica se han hecho. Sin pretender convertir este post en un artículo exclusivamente sobre el románico erótica, destacaremos las más significativas a modo de resumen. Ante todo es imprescindible aislarse de nuestra visión actual del sexo. Es complicado llegar a conocer la idiosincrasia medieval al respecto, aunque debemos tener claro que no podemos argumentar desde nuestra óptica actual. Normalmente este tipo de representaciones solían ubicarse en el exterior de la Iglesia, caso de la Colegiata, donde son los canecillos exteriores los que dan muestra de la temática más obscena dejando libre de ella el interior. Este hecho llevó a muchos investigadores a pensar en la clásica interpretación de que eran representaciones del pecado aunque existen notables ejemplos de románico erótico también en el interior. Al respecto de la temática, como antes comentábamos, es muy variada: hombres itifálicos, coitos, felaciones, parejas abrazadas, monos itifálicos, onanismo, falos, mujeres parturientas, etcétera. El gran problema que presenta esta iconografía es su interpretación. Desde la antigüedad la actitud al respecto del sexo y el amor ha ido variando y es complicado discernir si en la Edad Media se quería representar escenas de lo cotidiano o si estas escenas encerraban un trasfondo, un mensaje al fiel que éste recibía a través de esas piedras magníficamente labradas y que a día de hoy es complicado discernir.

La interpretación más clásica es la de que constituyen una MUESTRA DEL PECADO. En una sociedad rural y analfabeta, se mostraba visualmente lo que se quería censurar. Lo explícito de las imágenes respondería a su carácter doctrinal y era mostrado de un modo naturalista y directo de modo que el mensaje quedase reforzado por lo explícito de las imágenes que se mostraban.

Otra interpretación, quizás la más simple, es que esas representaciones responden a la plasmación de ESCENAS DE LA VIDA COTIDIANA, asumiendo que la visión y la actitud medieval al respecto de amor y sexo eran radicalmente distintas a las que hoy manejamos. No podemos asegurar que la sociedad medieval contemplase el sexo como algo lujurioso, es más, algunas corrientes de pensamiento argumentan que nos acerca a la divinidad por lo que estas interpretaciones se conectan con otras que argumentan que en Cantabria, donde el cristianismo en algunas zonas fue muy tardío , las INFLUENCIAS PAGANAS en este tipo de representaciones se perpetuaron a lo largo del tiempo, quizás con raíces orientales en algunos de sus temas iconográficos.

Otra teoría muy manejada es la de que se trataba de una iconografía que tenía por objeto FOMENTAR EL AUMENTO DE POBLACIÓN. En una sociedad con una tasa de mortandad alta, asolada por conflictos y en lucha constante con los musulmanes, se trataría de un reclamo a la procreación, al aumento de una población con una esperanza de vida bastante corta y dónde la mortandad en edad infantil era bastante elevada. Además y conectada con la anterior también hay teorías que aluden a que esta iconografía, pagada por nobleza o clero como benefactores de las Iglesias, animaría al pueblo a procrear, aumentando así la población lo que conllevaría un AUMENTO DE RENTAS Y DIEZMOS para las clases altas.

Por último, y para no extendernos más en el tema de lo erótico de la Colegiata, también existe la teoría, defendida por Claudio Lange de que se trataba de ARTE DE CRUZADA que tenía por objeto humillar al enemigo árabe con representaciones obscenas del enemigo desnudo que representaban al Islam como una secta sexual y perversa contra la que luchar, aunque desde nuestro punto de vista no creemos que ese fuese el sentido último de este tipo de representaciones.

En lo referente al interior de la Colegiata, no podemos desdeñar, a pesar de que la distribución y la cubierta original de la nave fueron substituidas en siglos posteriores, la belleza de la misma. Destacan de su original fábrica románica sobre todos los demás elementos el ábside y el presbiterio.

El arco triunfal, de buena altura, es de medio punto y descansa sobre pilastras con columnas adosadas que se rematan con capiteles figurados, de temas animales, más concretamente leones y un aguila.

El tramo recto del presbiterio y el ábside quedan divididos por unarco fajón de medio punto; cabe destacar que las columnas que lo soportan no llegan al suelo y descansan sobre dos ménsulas de las que parten columnas rematadas por capiteles figurados. El ábside se cubre por bóveda de horno y consta de tres ventanas. Está dividido por dos cenefas de ajedrezado y en su parte inferior muestra una magnífica arquería ciega que consta de diez arcos con capiteles figurados de temática variada.

En definitiva y para finalizar un post no sé si demasiado extenso para nuestras pretensiones, queremos volver a recalcar que además de su temática erótica, que sorprenderá a los legos y enamorará por la calidad y lo explícito de las representaciones a cualquier amante del arte románico, Cervatos es un templo especial por su magnífica arquitectura y por su magnífico estado de conservación. Animamos desde aquí a cualquiera que no lo conozca a cercarse a esta maravilla medieval del románico montañés, visita que no dejará a nadie indiferente y que se puede completar visitando los cercanísimos templos de Bolmir y Retortillo, de los que ya hablamos en anteriores post.

Más Información:

  • Miguel Ángel García Guinea, Románico en Cantabria, Ediciones de Librería Estudio, 1996. 
  • Vicente Herbosa, El románico en Cantabria, Ediciones Lancia, 2002. 
  • Enciclopedia del Románico. FSMLR. 
  • Románico digital (www.romanicodigital.com)
  • FERNÁNDEZ CASANOVA, Adolfo (1905). Monumentos románicos en el valle de Campoo de Enmedio. Boletín de la Sociedad Española de Excursiones. Núm. 151. Madrid

Fotografías y Textos ©Óscar M. Ruiz

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